jueves, 19 de abril de 2007

La repercusión de Virginia llega a la red


El pasado lunes 16 de abril el mundo entero recibió la noticia de la mayor matanza en la historia de Estados Unidos. El estudiante surcoreano Cho Seung-hui asesinaba a 32 personas en la Universidad de Virginia suicidándose posteriormente al verse acorralado por las autoridades.

Se nos describe como un chico tímido y callado, según afirma su propio abuelo (periódico de extremadura), con problemas para relacionarse con los demás. Días después de la masacre son muchas las declaraciones que se han hecho sobre el joven por parte de compañeros y profesores acerca de su habitual extraño comportamiento. Su profesora de inglés, basándose en escritos del joven, ya había percibido el peligro de la evidente ira que Cho manifestaba contra la sociedad.

El mundo está conmocionado. Han pasado varios días desde que la noticia tuvo lugar y la cara de Cho Seung-hui sigue apareciendo en la portada de todos los periódicos, en los titulares de cara telediario. Las principales imágenes han sido legadas por él mismo: hoy El País abre un espacio en el que recoge "el testamento de Cho", con las fotos y videos que el asesino envió a la NBC entre el primer y el segundo tiroteo.

El asunto ha despertado una gran polémica y en la red se ha dejado notar especialmente. Foros y blogs colman sus entradas volcados en el tema, testimonios de testigos y afectados reflejan el horror que la masacre ha suscitado. Especialmente relevante es el eterno debate sobre la posesión de armas en estados unidos. El armero que vendió el arma a Cho, según fuentes de El País, afirma:"Si las armas estuvieran permitidas en el campus, esto no habría ocurrido. Quizá hubieran muerto una o dos personas, pero antes de que cayera la tercera, el asesino habría sido abatido por alguien con un arma".
Para conseguir una pístola, Cho sólo tuvo su carné de conducir, una chequera que verificaba su identidad y su dirección y su tarjeta de residencia en EE UU. Una llamada al ordenador de la policía estatal es el último paso para asegurarse de que el futuro comprador no posee un expediente criminal ni psicológico. Así de sencillo.
La Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, que reconoce el derecho del pueblo a poseer y portar armas como un modo de protección; sin embargo, tal vez esta historia haya puesto de manifiesto que el miedo a nosotros mismos puede despertar el mayor de los horrores.

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